Hoy abro una nueva sección de artículos que espero os guste. Más ciencia que ciencia ficción serán publicaciones en las que hablaré de manera sencilla de algunos aspectos de la ciencia o del cosmos (que ya sabéis que me apasionan) y tocaré en algún momento el propio género de la ciencia ficción y trataré de hacer alguna que otra reflexión.
Una vez dicho esto, vamos a zambullirnos en el primer tema del que quiero hablar, el tiempo . Son muchos los autores que han hablado de él a lo largo de los siglos, y otros muchos escribirán sobre él en el futuro. Pero no son solo ellos los que hacen referencia a él. Todos sabemos qué es; lo sentimos pasar y nos permite ubicarnos en un momento determinado con unas simples palabras o números. Incluso hemos establecido unas normas para medir el tiempo. Ya sea a largo plazo (milenios, siglos, años, meses, días), a corto plazo (horas, minutos, segundos) o de manera general (pasado, presente, futuro).
Si tratamos de llevar esas unidades de tiempo al aspecto científico nos encontramos que su unidad fundamental son los segundos. Pero, ¿sabemos qué son realmente? Preguntaos por un momento qué entendéis por un segundo. ¿Lo sabéis definir? Lo llamaréis un instante o el tic del tac, ¿verdad? Es muy difícil de definir; así que, ¿cuál es la respuesta correcta?
Científicamente, y a día de hoy, un segundo es la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0 K.
¿Qué significan todos esos números? ¿Qué son los niveles
hiperfinos? ¿Qué es un isótopo? ¿O qué puñetas es el Cesio? Seguro que algunos
de vosotros tiene una de estas preguntas ahora mismo (o todas) y se estará
acordando de ese día en clase de Física y Química cuando el profesor estaba
hablando de todo esto mientras él garabateaba el libro/cuaderno con el nombre
de su amor platónico.
Si queréis que os toque un poco más la moral, os recordaré que antes de calcular el tiempo de manera atómica se hacía de manera astronómica. El patrón básico fue durante muchos años la rotación de la Tierra. El giro de la Tierra en torno a su eje daba lugar a la definición del día como unidad básica. Así que, para tratar de unirlo todo se eligieron las 9.192.631.770 oscilaciones y así igualar el segundo atómico con el segundo medio solar en el año de su introducción. A pesar de dichos esfuerzos, existe un desfase entre el tiempo astronómico y el tiempo atómico, cosa que nos obliga a hacer ajustes para mantener la concordancia entre un tiempo y el otro.
Dicho todo esto, y alejándonos de las explicaciones teóricas, que sé que os aburrirán, es el momento de jugar un poco más con el tiempo. Ahora os voy a presentar unas preguntas que quiero que penséis:
La respuesta a todo ellos es que no solo la definición del segundo sería diferente, si no también todas las medidas, la percepción que tendríamos del mismo y, por tanto, toda nuestra vida se vería afectada. Aunque el tiempo es universal, las unidades de medida que conocemos son completamente relativas a nuestro mundo, a nosotros mismos y a nuestros criterios. Y eso es lo que lo hace tan divertido de explorar. Estas definiciones pertenecen a los humanos. En otros mundos, en otros sistemas solares, el tiempo astronómico será completamente diferente y, por tanto, tal y como hemos hecho nosotros, el tiempo atómico también (se habrían usado otros elementos y otros isótopos). Eso significaría que el tiempo sería totalmente diferente a como nosotros lo conocemos y, lo más importante, su percepción frente a este también podría serlo.
**Hablo de sistemas solares y mundos pero no solo quiero abarcar la ciencia ficción, si no cualquier género en el que nos encontremos con otros mundos diferentes al nuestro. Por ejemplo, la fantasía.**
Muchas veces, por comodidad para el escritor y, sobre todo, para el lector, se obvia toda esta parte y, aunque estemos en un mundo totalmente diferente a nuestro planeta, nos encontraremos con los días, las horas, y los años. Es cierto que, a veces, sobre todo al inicio de la narración, puede ser algo caótico. Pero, al final, y como alguien me dijo una vez, el autor y el lector hacen un pacto de ficción para adentrarse en el mundo que les quieres enseñar. Así que, ¿qué es eso de meter solo una mano?
Esto es algo que mis lectores ya han vivido en sus carnes pues, en mis libros acerca de Theia, el Gobierno Galáctico usa otro sistema temporal (aunque muy similar al tiempo humano) y en las nuevas historias que estoy creando lo estoy explorando aún más. (Si hasta les he creado un maldito sistema solar, estarán contentos los cabroncetes).
Perdón, que me estoy desviando del tema. A lo que iba es que, aunque el tiempo tenga unos valores, se los hemos dado nosotros mismos para entendernos y ubicarnos en nuestro propio mundo. Cuando salimos de él nos encontramos con un universo lleno de posibilidades y situaciones diferentes.
Para poneros un ejemplo de esto mismo os diré que las sondas espaciales Voyager, lanzadas en 1977, llevan un disco de oro en el que se recogeuna selección de música y sonidos de la Tierra, saludos en 55 idiomas y 115 imágenes donde se explica en lenguaje científico la localización del sistema solar, las unidades de medida que se utilizan, características de la Tierra y características del cuerpo y la sociedad humana. Una vez leído esto os preguntaréis cómo estará explicado todo para que alguien que nunca ha visto la Tierra o haya conocido a un humano lo entienda, ¿verdad?
Todas las explicaciones están basadas en unas matemáticas fundamentales y según la radiación emitida por la llamada línea de hidrógeno o la línea de los 21cm y cuya frecuencia (transformada) son 7 nanosegundos. Como dato a parte os diré que este experimento nosha permitido fechar la aparición de las primeras estrellas del universo en unos 200 millones de años después del big-bang.
Pero bueno, no quiero explayarme más ni meteros más cosas raras en la cabeza, que ya ha sido suficiente por hoy. A lo que voy es que ni siquiera los científicos pueden evitar tener que transformar sus "medidas universales" a algo diferente cuando hablamos de salir de nuestra canica azul. Así que, y ya para concluir, un mensaje para todos los autores, animaos a descubrir las posibilidades que se ofrecen al romper las cadenas del tiempo (nunca mejor dicho). Y al resto, espero que os haya hecho reflexionar, aunque sea un poquito, acerca del tiempo, de nuestra percepción y de los mundos que leemos a diario.
¡Nos vemos en el próximo artículo!
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