Tal como dije en el artículo sobre las manchas solares, quería hacer un artículo a parte acerca de las fulguraciones solares o, también llamadas, erupciones solares. Y es que se trata de un tema muy interesante que se está estudiando de manera continua con interés y recelo pues, como ya os podéis imaginar, la naturaleza es bastante peligrosa.
Si os acordáis del artículo anterior dijimos que las manchas solares se originan cuando el campo magnético se retuerce y no permite que la temperatura llegue a la superficie de la estrella, provocando esas manchas de diferencia de temperatura. Los campos magnéticos se retuercen de tal manera que pueden llegar a causar explosiones repentinas de energía que es lanzada al espacio. Esta energía magnética lanzada al espacio es la que conocemos como fulguración solar, y está asociada a las manchas solares.
Pero este no es el único fenómeno que sucede en la superficie de una estrella. También existe otro llamado eyección de masa coronal o CME (en inglés). Estas eyecciones generalmente empiezan cuando los campos magnéticos que se encuentran en la corona solar (la atmosfera de la estrella) y que son extremadamente fuertes, se retuercen hasta que, por culpa de las tensiones a las que están sometidos, explotan y se realinean. Esto provoca que se expulse repentinamente y de manera violenta burbujas de plasma y radiación al espacio.
Aunque este fenómeno se pueda apreciar en localizaciones en los que hay manchas solares, no es estrictamente dependiente de ellas y pueden suceder en otras localizaciones donde los campos magnéticos interfieran unos sobre otros.
Como digo, una eyección de masa coronal puede expulsar millones de toneladas de material al espacio formando una explosión que golpeará a cualquier elemento que se encuentre en su camino. Este efecto podemos verlo cada año con las auroras boreales en el cielo.
Pero, cuando se trata de una eyección realmente fuerte, esto puede provocar una tormenta geomagnética; causando graves daños a los elementos electrónicos, satélites, telecomunicaciones e, incluso, cortando la energía eléctrica de ciertas zonas. Además, esta carga puede alterar los campos magnéticos durante un breve período de tiempo al magnetizar la atmosfera. Así que ya os podéis imaginar la importancia que tienen estos eventos para una civilización como la nuestra donde casi todo lo que tenemos a nuestro alrededor funciona con electricidad.
Pues, con esta premisa y el peligro que supone para los equipos informáticos, cree el crucero Ipher; una máquina capaz de reproducir las gigantescas eyecciones para alterar y destruir a los Elegidos, un ejército de robots pensantes que habían decidido acabar con toda la vida en Theia. Pero, como podréis descubrir en el libro, este arma es de doble filo y, una vez lanzada, impactará contra cualquier cosa que encuentre, ya sean aliados o enemigos, ocasionando la pérdida de planetas enteros y destruyendo millones de vidas. ¿Cómo creéis que reaccionó Ghön al descubrir lo que su arma podía hacer?
Y hasta aquí, con esta última coletilla de curiosidad, terminamos el artículo de hoy.
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